domingo, 24 de julio de 2016

ESPAÑA EN EL ALMA: "BODENAYA"

Era pequeña. Tendría nueve o diez años. Estaba sentada en el tronco de un árbol que un rayo travieso había partido en dos. Con sus codos apoyados en sus rodillas y las manitas sosteniendo su cara, miraba el paisaje verde coronado de montañas nevadas, allí en su Asturias Natal.
De vez en cuando se fijaba en las ovejas que pastaban a su alrededor y las contaba. Si alguna de ellas faltase, tendría que salir a buscarla, tal la orden recibida. A su lado una cestita con su merienda.
Sus pensamientos volaban. Pensaba en su mamá y en sus tres hermanitos, dos mujeres y un varón, que estaban haciendo distintas tareas por el campo. En su papá ya no pensaba. Los había dejado cuando ella era bebé para ir a probar suerte a otro país y nunca había regresado. Tal vez ella, en algún momento, podría hacer lo mismo y salir de esa monotonía que la aburría.
Y ese “Tal vez” se dio cuando tenía diecisiete años. Alguien le propuso a su mamá llevarla a América. Una vida más promisoria, más posibilidades para crecer culturalmente y salir de esa vida dura de campo que no era para ella, frágil de salud.
Aceptó con alegría y como despedida dijo: -“Prepárese madre. En dos años devolveré el dinero que nos prestaron para que yo pueda viajar, y luego todos mis esfuerzos estarán puestos en llevarla conmigo. Vaya preparando su valija, falta poco. Se abrazaron con la emoción de una madre y una hija que tienen que separarse quién sabe hasta cuándo. En pocos días, llegó a un lugar de la Provincia de Buenos Aires, Argentina.
La primer parte de su promesa la cumplió. Devolvió peseta por peseta el dinero que adeudaba. El trabajo aquí también era pesado. Limpiar para otros y recibir órdenes no era grato, pero quedaba otra promesa para efectivizar. Cuando ya faltaban unos pocos pesos para terminar de pagar el viaje de su mamá, recibió una carta escueta y dolorosa: - “Lamento mucho comunicarte querida hermana, que madre murió ayer. Hoy efectuamos sus exequias. Paciencia y fortaleza. Te queremos” –
Lloró como se llora la falta de una madre y más, porque también lloraba por un sueño Perdido.
Al poco tiempo se casó con un compañero de viaje y vecino del lugar donde había nacido. Ellos querían tener un hijo, pero el sueño se derrumbaba mes tras mes. Tal vez en el otro..... Decían para consolarse, y tras diez años de casados ese “Tal vez” se hizo realidad nuevamente, y una niña vino a alegrar sus vidas. Así pasaron muchos años, hasta que un día partió a encontrarse con su amada madre.
Mamá querida: Tal vez, en cualquier momento, nos juntemos las tres para abrazarnos, besarnos y no separarnos nunca más.

Elsa Lorences de Llaneza
(La foto es de la casa donde nació mi mamá hace más de 100 años, ahora convertida en Parador para los caminantes que van hasta la Catedral de Santiago Apóstol.)

*Este relato recibió el Premio Literario Juan Lucián de Narrativa Bonaerense.

1 comentario:

  1. Mil gracias chicas por publicar mi relato. Dios las bendiga y no las suelte de su mano. Bendiciones. Elsa Lorences de Llaneza.

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