Según se relata en un antiguo romance del año 331, SAN MACARIO, por
aquel entonces obispo de Jerusalén, hizo entrega al CAPITÁN CONSTANTINO DANIEL de
una imagen de la Virgen, labrada por SAN LUCAS, para que la dejase en el lugar
que ocupa actualmente el cenobio de LA RÁBIDA.
Durante la invasión musulmana, LA TALLA FUE SUMERGIDA EN EL MAR para que
no resultase dañada.
Siglos más tarde, en el año 1472, cuenta la tradición que unos marineros
de PALOS Y HUELVA echaron sus redes mientras faenaban en la RÍA DEL TINTO y, en
el primer lance, encontraron la imagen de la Virgen enredada en las mallas,
hallando la del Niño en el segundo lance y un fragmento del mismo en el
tercero. Al no ponerse de acuerdo ninguno de los marineros sobre la propiedad
de la imagen de la Señora, LA COLOCARON EN LA PROA DE LA BARCA y dejaron que la
corriente decidiera.
Fueron vanos los intentos pues, curiosamente, la barca con la imagen siempre terminaba en LA RÁBIDA, donde quedó la imagen milagrosamente recompuesta desde que comenzó a ser custodiada por los PADRES FRANCISCANOS que moraban en el monasterio.
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