Las
tormentas, con su aparato eléctrico de rayos y truenos, siempre han
causado miedo y grandes temores a los humanos, por lo cual, lo mejor
era recurrir a los amuletos que conjuraban estos peligros.
Para
esto, se encendía una vela de cera verde y bendecida cuando se oían
los primeros truenos. Además había que decir una jaculatoria, que
ha llegado a nuestros días intacta:
“Santa
Bárbara bendita,
que
en cielo estás escrita,
con
papel y agua bendita,
al
pie de la Santa Cruz,
Padrenuestro.
Amén Jesús”.
De
ahí viene el dicho popular de “solo se acuerda de Santa Bárbara
cuando truena”. También valía encender un cabo de vela que
hubiera ardido en el Monumento de Semana Santa, el día de Nuestra
Señora de la Luz o en Navidad.
Del
libro “Libro de oro de las supersticiones” de Mercedes Compte
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